jueves, 2 de abril de 2020

Caatinga No 01 1997

En el álbum Caatinga, (Planeta, 1997) estamos ante un western donde el gran protagonista es esta zona semiárida del Noreste de Brasil. Hermann nos muestra la “Arizona Brasileña” aproximadamente en los años 30 del siglo XX, donde el progreso está todavía empezando a llegar (telégrafo, carreteras, vehículos a motor) y donde los grandes terratenientes imponen “su ley”, bien a través de la policía y el ejército, o bien contratando a los Cangaçeiros (bandoleros que en ocasiones sirven como mercenarios) para resolver sus conflictos, siendo los pequeños propietarios quienes sufren los abusos y las represalias de unos y otros. Si bien la historia puede, en principio, no resultar demasiado original, seguro que recordáis varios westerns de conflictos entre ganaderos por el agua (Horizontes de grandeza, de William Wyler) o de persecuciones de bandas de forajidos (Grupo Salvaje, de Sam Peckimpah) sí lo es el marco en el que nos lo muestra Hermann. Y aunque Hugo Pratt ya nos había presentado este escenario con Corto Maltés en “Bajo el signo de capricornio”, Hermann le da a esta historia un tono de crítica social, junto a mayores dosis de violencia, venganza y muerte de principio a fin. Es lo que en el cine se ha dado en llamar “western crepuscular”: el final de la época de los cangaceiros superados por el progreso. Sensación de fatalidad y desesperanza, en un país duro y difícil donde la vida no lo es menos, “Papa hablaba poco y no reía nunca. Excepto cuando la Caatinga reverdecía. Entonces, a veces le descubría una sonrisa. No le gustaba que me diera cuenta”. No es una historia bonita, pero sí una buena historia. Gráficamente muy trabajado, cuidando los detalles, la ambientación, el retrato de gentes animales y paisajes; con un tratamiento del color, que aplicado directamente gana terreno a la línea respecto a trabajos anteriores, y pasa a formar parte esencial de cada dibujo.